martes, 20 de abril de 2010

La mancha de mora con otra verde se quita.

La recuperación de las LXVII Millas Romanas no ha sido nada fácil, pues psicológicamente quedé bastante tocado. Nunca me había pasado el quedar tan hundido tras no poder superar una prueba como esta. Y con el paso de los días me he dado cuenta que la culpa fué completamente mía. Empecé con un ritmo frenético prácticamente hicimos los primeros 10 kms en 6 min/km, pero es que seguimos y seguimos y conforme íbamos avanzando el ritmo no bajaba. Solo las pequeñas paradas en los avituallamientos y sellados de control, te hacían refrescarte. Y nunca mejor dicho lo de refrescarte pues esos trozos junto al rio Guadiana, tenían una belleza efímera, pero al mismo tiempo eran criminales, ya que la humedad te calaba hasta el tuétano de los huesos. Con lo cual la conclusión es fácil, entre que el ritmo fue muy rápido (al menos para mí) en los primeros 27 kms; que yo iba bastante ligero de ropa (error también); y que la humedad y frío me hizo mella, no podía más que intentar aguantar hasta donde pudiera pero de mala manera. Terminé el primer bucle prácticamente porque Antonio (nuestro amigo portugués), casi me llevó en andas; y el segundo bucle fuí arrastrándome por la senda realmente. Esas sensaciones tan malas, tan frías, tan desoladoras, y sin ninguna posibilidad de recuperación rápida me hicieron tomar, creo que la mejor decisión, que fué en el inicio del 3er. bucle abandonar y subirme al carro de la desolación, tristeza y rabia por no haber conseguido la meta pensada.

Pero eso solo duró una semanita, pues el viernes recibo un mail sorprendente donde un buen amigo no va a participar en la Carrera de Sierra Elvira, y si quiero puedo correr con su dorsal. Esa es la medicina que yo necesitaba ni más ni menos, un poquito de marcha por el monte, cuesta arriba cuesta abajo, ambiente de carrera y mucha adrenalina para quemar mi rabia.

Ni me lo pensé un momento, quedé con él el sábado me dió mi/su , bueno que más dá: "el dorsal"; y allí estaba yo a las 9:00 de la mañana listo para atajar los 28,2 kms de esta carrera con tres subidas terribles de 1.800 m de desnivel, que le confieren un coeficiente de 51, pero con 3 bajadas igualmente de miedo.

Estoy convencido que había en muchos tramos de bajada, pendientes con ángulos superiores a los 60-70º, llenos de barro, de agua, de piedras, en una palabra de un terreno casi impracticable, pero por ahí iban esos 450 locos de la montaña corriendo como posesos, y bajando como sarrios. Nos llovió, nos hizo frío, viento, incluso a veces algún rayo de sol. ¡¡Vamos!!, ¿que más se puede pedir?
La marca fué buena y aceptable, quedando en el pelotón central, además en los últimos 6-7 kms. me encontré con muy buenas sensaciones, pues incluso cuando llegué a meta le dije al juez, ¿Qué, damos otra vuelta?, sonriéndome de forma afable.
Puedo decir, que la organización fué estupenda y no hubo en ningún momento fallo alguno en la carrera, y la paella de después de carrera en el Polideportivo fué inconmensurable, pues entre que estaba exquisita y que estaba revuelta con un hambre de león, allí caían los platos de paella, las cajas de habas y de "salaíllas" por doquier, por supuesto bien remojado con cerveza de la zona. Mi enhorabuena al Club Atarfe por la organización, así como a todos los Partners.
En conclusión, creo que mi título es más que acertado, pues como dice el refrán "la mancha de mora con mora verde se quita". No hay nada mejor para olvidar, que volver a hacer lo que más te gusta y sobre todo con mucha satisfacción.



Gracias a todos los que se solidarizaron conmigo así como a los que me entendisteis el pasado lunes. Correr 54 kms es un gran logro, pero realmente el logro es terminar el camino iniciado.


Y ahora a por la siguiente, la MARATO I MITJA el próximo día 15 de Mayo en Castellón, 65 kms y 2.500 m de Desnivel positivo en máximo de 15 horas, con el buen amigo Javier, para se estrene de verdad de verdad en una Ultra Trail.