Hace tiempo que no metía un post en el blog, pues me había buscado algunos “negros”, para que lo hicieran por mí, pero a pesar de estar fundido, estoy volviéndo a encontrarme en lo más básico de mí, y cada vez tengo algo más claro: estoy “enganchao”. He tenido mono, he tenido momentos de altísimo delírio, de subidón-subidón, de arrastrarme y he llegar a ser un sumiso.
Se puede decir como deseemos, se puede decir con palabras mas o menos técnicas, pero quien corre trail es un corre-dependiente; un correadicto: vamos dicho en “roman paladi” un drogata del trail.
Hay quien solo puede tomar alcohol nada más levantarse, o ir rápidamente a jugar a las maquinitas, pero también los hay que se levantan se pegan una buena comilona de reservas de hidratos, o de huevos fritos, y se van al monte con las cabras.
Pero ¿cómo hemos llegado a esta situación?, ¿Qué hemos hecho mal para ello?
Todos sabemos que si haces un esfuerzo físico elevado, tu cuerpo se cansa, (que contaros), y por tanto te da un toque de atención, diciendo: “compradre, dame un descansito”, que no solo de trabajo vive el hombre. El hombre nació para estar de pie o tumbado, pero no para correr. Para eso se crearon los guepardos, los galgos y las gacelas.
Pero te pones a correr, y te dices: “joder lo que hago andando en 1 hora, lo hago corriendo en 20 minutos”. O sea, le empiezas a encontrar algo "el tranquillo" que te atrae, pero al mismo tiempo te atrapa; y ya tu libertad no es tuya. Te acabas de pasar al lado oscuro, ese en el que ya no eres tú, eres el que solo vive para correr; el que solo sale para ir a Bikila, al Sprinter, o al Decathlon; si coges el ordenador, no le preguntes que está haciendo: está viendo webs de carreras; está en foros de carreras o de fondistas; y en el Facebook solo comparte cosas con gente que corre. Por tanto es un Yonki del correr y además se le nota. Se le salen las orejas y se le afila la nariz.
Como dije en un post en junio del 2010, titulado Chamonitix: Nueva pandemia, aquí está naciendo un síndrome que es nuevo, es doloroso, tiene efectos secundarios a largo plazo y sobre todo es muy, muy contagioso.
Eso de mirar las montañas, para ver por donde es más jodido subir, es una total realidad; y eso de solo salir con gente que solo habla de aquella o tal carrera, también. Luego en el Facebook, nos desbocamos y sale lo peor de nosotros. Todos nuestros miedos a lo desconocido: y preguntamos a una y a otro; salen nuestras dudas, y leemos y leemos para informarnos de cual o tal material; pero sobre todo, hablamos y hablamos: como los alcohólicos en sus momentos álgidos, no paran, no paran y además lo hacemos con cualquiera que lleve unas mallas puestas o tenga pinta de ser un buen confidente, de “correrías”.
Hasta nuestra pareja empieza a notar cosas raras, porque incluso cuando pide ir de tiendas, no le pones ningún obstáculo, porque sabes que pasarás por tal tienda de deportes, y en medio del paseo le dices, jolín, mira que casualidad, estas son las zapatillas que ví en una página tal y me gustaron. Es decir, como cualquier drogata, eres adicto a la ropa deportiva como al correr, o sea, ya eres multidependiente, y además has empezado a mentir a tus seres más queridos. Económicamente las cosas, igualmente cambian, pues te lo gastas todo en zapatillas, en camisetas, en inscripciones para carreras, en viajes, en geles, en lo que sea, pero, del temita.
Incluso, ya te apuntas a un Club, esto ya es la bomba, para estar completamente abducido, y para hacer terapia de grupo, pero que te engancha mucho más.
Lo peor de la droga es que cuanto más la pruebas más te gusta, o al menos eso te dicen, y vas teniendo etapas: o sea pasas del porrillo a algo más duro.
Pues el correr es lo mismo: pasas de salir a perder unos kilillos por el parque; a correr por montaña; a plantearte a correr un 100 kms; o incluso ya los muy enganchaos y sin remedio a correr un ultra por montaña. O sea, son ultra-adictos.
Creo que tu túnel empieza a no tener salida, el fondo está todo oscuro, y estás metido hasta el tuétano.
Pero llega el día ese en que te das cuenta, porque todo el día de antes has planeado salir solo a correr por el monte, tienes el track metido en el Gps, sacado de Wikiloc, la mochila, los geles. Lo tienes todo, pero te levantas ese día a las 5:30 de la mañana y llueve. Pero tú dices, joder que bien, así podré probar el agarre de las zapas nuevas, y además podré probarme en una situación adversa como me encontraré en Chamonix un día; y además probaré aquel cortavientos de 150 euros, que decía que era un impermeable cojonudo, con goretex, cool-plus, que abrigaba pero no empapaba y sobre todo de un color superllamativo. ¡Cómo me lo voy a pasar de bien!. Y no has visto que hace un día de perros y ni los pájaros ese día han sacado el pico del nido.
Pero tú, nada, dale que dale y subes, y bajas, y te mojas, y vuelves a subir, y vuelves a bajar, y te caes, pero no te duele; y vuelves a subir y vuelves a bajar. Estás en un momento de total delirium tremens, has perdido tu identidad, aunque pienses que la has encontrado; tienes momentos de subidón y de bajón; has visto las peores de tus miserias, y lo mejor de ti; y vuelves cansado a casa, cuando a lo mejor ni los tuyos aún se han levantado. En vez de venir con el periódico y una rueda de churros, vienes lleno de barro, dejando el salón de “grana y oro”, e incluso ya piensas: lo mejor sería meterme completamente en la ducha vestido y así a todo le quito, toda la mierda que trae del monte.
Ahí, justo ahí, has tocado fondo.
Lo peor de ti ha llegado.
Porque cierto es que has dejado en la ducha todo el barro que habías cogido, que te sientes incluso más relajado, pero es que realmente te da igual, en el fondo te estás bañando en tu gloria. Penoso, realmente penoso.
Yo pienso, que alguien tiene que ver la luz alguna vez, para intentar decirnos como salir de esta angustia que día a día te corroe, poco a poco nos consume, y que aunque nos obligue a ir un día al fisio, a tomar un ibuprofeno, incluso a estirar, no va a ser óbice ni obstáculo para justo al día siguiente tomar más droga, de la de volver a salir y correr hora tras hora.
Si analizáis este drogo-síndrome tiene todas las etapas:
- Lo pruebas, te gusta, pero piensas que puedes dejarlo en cualquier momento.
- Buscas emociones más fuertes, pero piensas que sigues siendo consciente de ello, y que no te vas a enganchar
- Después mientes por ello a tus seres más queridos, por un entreno, por un material, por lo que sea.
- E incluso pierdes la consciencia en momentos de entreno.
- No comes porque has leído a fulano de tal, que es mejor correr sin comer;
- O te atiborras de comida para que no te de un bajón, porque la última vez te metiste poco;
- Y además luchas contra todo y todos, por hacer lo que a ti te da placer en la montaña, y no escuchas a nadie.
Chico, chica: "eres un drogata".
Eres un enganchao, y además tienes complicado el dejarlo.
Que parecido es todo, ¿¿¿verdad???
Un abrazo a todos esos enganchaos como yo, y que nos veamos algún día en un centro de desintoxicación montañera; "pero con 90 años de edad".
Emilio.
Emilio, eres un auténtico yonki, yo todavía controlo... por cierto, así que nos llamas "negros" a los que hemos escrito alguna vez por aquí eh??
ResponderEliminarBueno Emilio, muy bueno, pero si lo miras desde la otra perpespectiva, no será el resto del mundo el enganchado al sillón-ball, y hay gente que es capaz de aguantar ahí más de dos horas!!!
ResponderEliminarUn saludo, Eltziar
¡¡¡Yo no!!!,
ResponderEliminarDios me perdone, es el argot literario.
Perdonadme todos, pero era la mejor forma de llamar a los mejores litero-colaboradores.
Gracias por lo de Yonki, yo también te quiero, y mucho.
Cuanta razón tienes Paco. Pero los hay peores, no se agarran al sillón-ball, sino al Rasquin-ball, es decir, a rascarse las .... Jejejej....
ResponderEliminarUff, va a ser que si, estoy enganchado, que le vamos a hacer. Haré unos km para aliviar mi culpa en cuanto se me quiten las agujetas de maraton de ayer ;) Gracias Emilio, me ha gustado y me he sentido muy identificado
ResponderEliminarErLeon
Magnifico Emilio, por algo eres el Presi.
ResponderEliminarPor cierto si algún día hacen un "centro de desintoxicación montañera" que lo pongan en lo alto del Trevenque para así darnos un chutecillo cada vez que subimos.
Presi, a este paso el deporte como adicción va se va a convertir en nuestro tema estrella...
ResponderEliminarDejando sutilezas e ironías aparte, cada vez estoy convencido de que todo esto debe tener un límite. Correr, disfrutar, sufrir, caer, bajones y subidones, sí, pero sin descuidar la alimentación, el descanso, el trabajo, los amigos y la familia.
Ni somos héroes, ni somos tan especiales. Esto es un simple entretenimiento.
Un enorme abrazo.
El articulo tiene sus tintes sarcásticos y ya poniéndose serio, es simplemente un toque de atención primero para mí mismo, y para todos los que se toman esto a cachondeo, y a que somos super-heroes. Somos de carne y hueso, y somos muy volubles, ya que exponemos los cuerpos al limite, con lo cual no pensemos que estamos más fuertes que nadie. El único super-heroe que existe es SuperMan, y también tiene su Criptonita. Así que cuidadín a los SuperHeroes de mallas y camisetas técnicas que hay por las Altas Cumbres. Gracias a todos por los comentarios.
ResponderEliminarSupongo que te has inspirado en este blog : http://livanvivo.blogspot.com.es/2011/12/cuando-correr-se-te-va-de-las-manos.html
ResponderEliminar