El UltraTrail Sierra de Las Nieves para nosotros empezó como un trail de ir el mayor numero de miembros del club y pasarlo bien, así que así fue como lo planteamos, ya que era cerca barato. Para mi, además se unían razones sentimentales, ya que era una de las sierras que mi tio siempre me hablaba de ellas y tenía mucha gana de visitarla, ya que con el no tuve la oportunidad.
Como el ultra empezaba tarde, yo pensé en irme el mismo día, pero al final decidí irme la noche antes y así poder disfrutar un rato de la compañía de mis amigos del club.
El sábado amaneció con mucha niebla y al acercarnos a la salida, ya se oían rumores de que se iba a retrasar la salida una hora. La organización no le había dado tiempo a montar algunos avituallamientos. A nosotros nos extrañó, pero eso nos hizo poder desayunar tranquilos y hacer todo lo que teníamos que hacer.
Íbamos del club un buen número de amigos, Manolo, Sergito, Juanje, Emilio y un servidor, pero allí nos encontramos con algunos más, como Pablo o Paco de Motril.La salida la tomamos muy tranquila, tanto, que Sergio y Manolo se fueron y tuvieron que esperarnos al final de la primera cuesta. Pero la verdad que no había prisa, el día iba a ser largo.
El recorrido tenía en sus primeros 23km casi el 50% del desnivel o eso creíamos viendo el perfil, yo en este ultra le había dicho a mis compis que quería correr más que en los otros, que siempre me quedaba con ganas y no quería pasara así en este. Así que subimos corriendo los primeros 23km, no a gran ritmo, pero sin parar de correr. El terreno además lo permitía, una pista que no dejaríamos en toda la carrera. Desgraciadamente, Emilio y Juanje se nos quedaron atrás (ellos deciden ir más reservones) y seguimos solo Manolo, Sergio y yo.
De camino hasta el 23, encontramos 2 avituallamientos totalmente vacíos, nadie de la organización ni nada que tomar. Pensamos que es una cosa puntual y como llevamos en las mochilas de todo, no nos preocupamos. Lo malo fue al llegar al 23, en este punto la carrera se dividía para los que hacían la larga y la corta, y si nos encontramos a gente protestando al juez y pensando que hacer, ya que nos dicen que no hay ni va a haber ningún avituallamiento. Nosotros un poco inconscientemente decidimos seguir, pensamos ingenuamente que con lo que llevamos en las mochilas y los pasos por los pueblos nos sería suficiente. No sabíamos que en verdad no pasaba por ningún pueblo.
Los kilómetros fueron pasando, y cada vez íbamos más preocupados, hasta el punto de querer retirarnos en algunos momentos. No fue hasta el km 30 más o menos que un coche de la organización nos ofreció algo de beber, pero nada solido. Íbamos tirando con lo que llevábamos en las mochilas. Lo más duro era la incertidumbre, no sabíamos si tendríamos bebida o comida, si algo nos pasaba si nos sacaría alguien de allí. La carga psicológica era muy fuerte, pero los kms iban pasando.
No fue hasta el km 60 que llegamos a un avituallamiento en el que nos dieron un plato de macarrones, para ese momento la verdad ya íbamos muy justillos y nos vino fenomenal. Salimos pletóricos del avituallamiento, con buen humor y mucha energía. Además desde un punto que se veía mucha de la pista que llevábamos, vimos a nuestro compis que irían unos 4 o 5 km por detrás, pero se habían unido a un grupo e iban muy bien de ritmo y desde la lejanía se les notaba animados.
Desde el 60 en adelante, los kms volaron, fuimos muy bien, corriendo casi siempre y muy animados. En el km 75 la gente de Istan tenían preparado el único avituallamiento que se puede llamar así, pastelitos, peras, plátanos, vamos, lo que uno espera en una carrera de esta magnitud. este sería el ultimo, desde aquí, ya nos avisaron que no habría nada más, así que nos pusimos pufos y seguimos, con muchas ganas de seguir y viendo que ya llegábamos.
A partir de aquí, quedaban dos puertos no muy fuertes, que los hicimos muy bien, mis dos compis tirando de mi y yo siempre viéndoles las espaldas. Esperándome pero sin dejarme. Fue duro, pero resistimos y prácticamente no bajamos el ritmo salvo en algunas subidas que ya no las hacíamos corriendo. A 2 kms de meta se pone a chispear, pero ni sacamos los chubasqueros que habíamos cargado durante 100km. Ya solo queríamos llegar.
La llegada a meta, emocionante por haber terminado otra vez en equipo, con gente que ya te unen muchas horas de monte y a la que ya irremediablemente te sientes hermanado. La pena, el espectáculo que da la organización, solo unas pocas personas desmontando, que nos ofrecen un caldo caliente diciendo que era el ultimo, que ellos se marchaban. En nuestras cabezas nuestros compis que seguían corriendo detrás bajo la lluvia.
La espera fue muy tensa, de la organización no quedaba nadie, se fue la luz, llovía y allí solo quedábamos nosotros metidos en el coche y el del cronometraje. Llamamos muchas veces a Emilio y Juanje, pero no nos cogían, había gente que iba llegando y nos decían que ya no quedaba nadie, que los había recogido, pero nosotros lo dudábamos. No fue hasta un par de horas más tarde que empezamos a ver luces. Y cuando los vimos entrar empapados pero con las caras súper sonrientes, nos abrazamos y vimos que habíamos terminado. Que gran equipo!!